Picasso y sus mujeres
Amor y desamor fue lo que más hubo en la vida de Pablo Picasso.
Resulta muy interesante como el amor que sintió por sus muchas mujeres, Picasso lo plasmó en sus pinturas.
Vivió y amó con la misma intensidad que pronto encontró en los brazos de la próxima mujer.
Picasso se aburrió de sus mujeres luego de unos años y siempre mantuvo el interés y la cacería por mujeres muchísimo más jóvenes que él.
Algunas se cansaron pero otras lo amaron hasta el suicidio al verse abandonadas por él.
Empezemos a ver este otro lado de Pablo Picasso, el mujeriego.
SUS MUJERES
Fueron ocho de estas mujeres las que tuvieron una
importancia definitiva en su vida personal y en su obra.
Las mujeres de Picasso, sus rostros y almas
están en muchos de los mejores cuadros del artista.
Ocho historias de amor, a
veces confusas, dulces, repetitivas, herméticas, a escondidas, amargas, dramáticas, enfermizas,
crueles.
Amores que lo acompañaron toda su vida hasta su muerte.
Fernande Olivier
Fernande
Olivier fue su primera pareja, a principios del siglo XX.
Artista y modelo francesa.Estuvo con él siete
años de 1904 a 1911. Su relación fue tempestuosa, pues ambos eran muy celosos y hasta casi violentos.
Fue su compañera fiel en los años de pobreza cuando él no
era nadie, pero no supo serlo en los años de prosperidad.
Escribió algunas memorias de Picasso. Una de las señoritas de Aviñón está inspirada en Olivier así lo aseguró Picasso y así con ella él iniciaría su etapa rosa.
Ella fue la modelo de más de 50 pinturas de Picasso estando en la mejor época de éxito junto a él en España.
Sin embargo, Picasso pronto perdería interés en ella y una vez que tuvo que trasladarse a París a declarar por la compra de unos artículos robados, fue cuando se enamoró de su próximo amor: Eva Gouel.
Eva Gouel – 1911 a 1915
Después de cuatro años de vivir con Picasso, éste la
arrancó de sus brazos en la I Guerra Mundial.
Fue su gran amor. También Eva pertenecía
al grupo bohemio de París, pero era la antítesis de Fernande, aunque fueron
amigas.
Menuda, tierna, dulce, muy bella. Su rostro se oculta tal vez en muchos
de los cuadros cubistas de aquellos años.
Picasso sintió hacia ella, durante
una relación que la muerte cortó muy pronto, una pasión de adolescente
romántico. “La quiero muchísimo y pondré su nombre en mis pinturas”; escribió a
un amigo.
La llamó ‘Ma Jollie’ y ese nombre figura en muchos de sus cuadros
cubistas de aquella época. Eva está gravemente enferma de cáncer y el
cubismo en declive.
Picasso va siempre al hospital a visitarla.
Y es precisamente ahora, cuando Picasso en plena
desesperación va a conocer a otra mujer, viviendo con ella un romance secreto.
Gaby Depreye que más tarde, una vez rota su relación con Picasso, tomaría el
apellido de su marido, Lespinasse, se convierte en amante del pintor.
Los dos
tienen mala conciencia por la enfermedad de Eva. Incluso, Gaby se parece mucho a Eva. Con una belleza frágil,
típica parisina, tiene además su misma edad, 27 años.
Finalmente, tras la
muerte de Eva, Gaby rechazaría la propuesta de matrimonio que le hiciera
Picasso. Eva muere en la navidad de 1915. Se ha ido uno de las mujeres de Picasso.
Olga Koklova de 1917 a 1929.
Soporté al genio con cariño durante
más de 12 años.
Fuí legalmente su primera esposa y como a casi todas, me
abandonó. Di a luz a su primer hijo, Pablo.
En 1917 Picasso entró en contacto con el ballet ruso de Diaghilev, muy conocido
en toda Europa y en Estados Unidos, ejemplo de modernidad y originalidad.
Allí
fue donde encontró a Olga Koklova, una de sus bailarinas cuando el grupo
actuaba en Roma.
Esta mujer ambiciosa le haría olvidar muy pronto a algunas
amantes circunstanciales como Irene Lagut y especialmente a una mulata de la
Martinica, que habían aliviado su soledad y rápidamente tomaría la decisión de
casarse con el famoso y ya rico pintor.
Olga
se presentaba como de noble cuna, cosa que sin duda debió influir en Picasso, e
hija de un general.
Era bella, pero también muy ambiciosa, intransigente,
tozuda y triste.
Así aparece en los primeros retratos del pintor, algunos de
los cuales muestran la capacidad de éste para lo que suele llamarse arte
convencional y clasicista.
Las pinturas que le haría más tarde, cuando la vida
a su lado se convirtió en un infierno, son muy distintas, de una terrible
crueldad.
En un camerino del teatro, durante los ensayos del ballet de Diaghilev, Olga se
insinuó a Picasso, abrió su escote y dijo. “Yo soy Olga Koklova, la sobrina del
Zar”.
Ella estaba obsesionada por
alternar con la alta sociedad parisiense, como una nueva rica, mientras Picasso
empezaba a interesarse por el surrealismo y sus teorías aplicadas a la pintura.
A finales de los años 20, Picasso huyendo de las peleas con Olga pasea por
París.
A la salida del metro de las Galerías Lafayette, encuentra a una joven,
la aborda directamente y le dice que los dos van a hacer grandes cosas juntos. La
chica es Maria Teresa Walter y tiene 17 años.
Pronto pasaría a ser una más de las mujeres de Picasso.
Marie-Thérèse Walter
“Soy Marie-Thérèse Walter. Cuando Picasso me atrapó,
yo tenía solo 17 años. Estuve siete con él y le di una hija, Maya.
Dicen que
fui la más sensual, cariñosa y dulce”. Picasso comenzó a pintar a Marie-Thérèse.
Una
tarde lo hacía junto a Buñuel cuando casi le sorprende Olga. Picasso había
conocido a Marie-Thérèse Walter en un momento en que sus relación con Olga
estaba ya rota.
Picasso y Olga aún seguían casados y viviendo juntos.
La chica fue para
Picasso como un soplo de aire fresco y limpio. Y ello se reflejó en los cuadros.
La
pintura abandonó las crispaciones del cubismo y el surrealismo más duro y se
tornó sensual, redonda, tierna, erótica y suave.
Había vuelto la paz al corazón
de Picasso de la mano de aquella chiquilla.
Marie-Thérèse parece haber sido una mujer
admirable. Era suiza, rubia, saludable, deportista, alegre y de trato muy
suave.
Totalmente desinteresada y nada exigente. Enemiga de los
convencionalismos y afectuosa. Es decir, todo lo contrario que Olga.
Picasso, con 50 años hubo de utilizar trucos para
ocultar a la sociedad su nueva relación.
Marie-Thérèse era menor de edad. Ese
primer verano estaba de monitora deportiva en un campamento infantil.
Picasso
acudía por la noche y se encontraban bajo la tienda de campaña.
También ocultó a Olga su nueva relación. Pocos
meses después de conocer a Marie-Thérèse, le compró un apartamento cerca de su
casa en la calle La Boetie.
Picasso aprovechó los conocimientos que ella tenía para
conducir automóviles. La disfrazó de chofer, de hombre-chofer y viajaba con
ella a todas partes.
Sólo estaban al tanto del secreto algunos amigos íntimos,
como el escultor Julio González con el que trabajaba en el castillo de
Boisgeloup Había comprado aquel pequeño ‘Chateau’ en 1931 y en él se dedicaría
preferentemente a la escultura, con Marie-Thérèse como amante y modelo para la
historia.
Relacionado a esta época de la relación con Marie-Thérèse es
cuando el erotismo invade la pintura de Picasso esos años.
Pero Picasso buscaba, necesitaba una vez más, el cambio. Y empezó por aburrirse de Marie-Thérèse.
Si había luchado tanto por verse a escondidas con Marie-Thérèse, ahora que ya
la tenía en su casa, le fatigaron muy pronto la vida hogareña, los lloros de su
hijita, la rutina cotidiana.
Ni ella ni Maya podían calmar sus angustias ante
la guerra civil Española.
Necesitado de paz, mandó con su madre a aquella mujer
que tanta devoción le había tenido. Picasso y sus mujeres, era un asunto que no se acababa.
En
una de sus tardes en los Cafés de Saint Germain, Eluard le presentó a una
muchacha de pelo negro y hermosos ojos verdes.
Lo hizo a petición del propio
Picasso, quien se interesó por aquella joven de rostro delicado, serio e
intranquilo, iluminado por aquellos ojos. Aquella joven era Dora Maar.
Dora Maar, de 1935 a 1943
“Soy Dora Maar. Con Picasso viví ocho años y fui testigo principal de la
gestación de su cuadro más famoso: ‘El Guernica’.
Dicen que fuí, de todas, la
más inteligente”. Dora Maar protegió a Picasso durante todo el proceso de
creación del Guernica. Además fue el testigo gráfico ya que fotografió todos
los bocetos. Dora era muy buena como fotógrafa.
En plena creación del cuadro, Marie-Thérèse Walter
fue a visitar a Picasso. Dora no la dejó pasar.
Los gritos de la pelea de las
dos mujeres despertaron al pintor que les dijo que se quedaran las dos o que se
fueran las dos.
Pero Marie-Thérèse era ahora claramente la perdedora.
Para Picasso retratar a las
mujeres era una forma de seducirlas. Muchas se identificaron con sus retratos y
cuando dejó de hacerlos, todo se acabó para ellas.
Picasso no volvió a pintar a
Marie-Thérèse después de conocer a Dora.
Marie- Therese fue una víctima
del abandono de Picasso y sin poder soportar su ausencia (muerto ya Picasso,
ésta era claramente definitiva) se suicidó en 1977.
Esta no sería la única triste historia de Picasso y sus mujeres.
La relación de Picasso con Dora
Maar fue menos tranquila que la de Marie-Thérèse Walter.
Dora jamás le
decepcionó. Junto a él se jugó la vida, Dora
entró en un proceso de meditación y de alucinaciones.
La mística se apoderó de
ella. El famoso psiquiatra Dr. Lacan y el amigo Paul Eluard ayudaron a Dora y
criticaron con dureza a Picasso su egoísmo.
Dora llegó años más tarde a
entrevistarse con Françoise Gilot y sus demoledoras frases han pasado a la
historia. “Sin Picasso no hay nada. Después de Picasso, sólo queda encontrarse
con Dios”.
Dora Maar murió en París a los 90 años de edad,
en el mes de julio de 1997.
Dora acabo perdiendo la razón, cuando Picasso la fue abandonando tras conocer a sus dos siguientes amores, casi a la vez, Françoise Gilot y su otro amor secreto, Genevieve Laporte
Francoise Gilot, de 1943 a 1952
“Soy Françoise Gilot. A Picasso le dí dos hijos:
Claude y Paloma.
Compartí mi vida con él durante nueve años. Queriéndole con
locura, fuí la única que le abandonó”.
En 1943, en plena resistencia Francesa,
cuando aún se mantiene firme la relación con Dora, Picasso conocerá a su nuevo
amor.
Françoise Gilot. Ella le buscó, él la encontró. Picasso tiene 62 años. Françoise,
23.
El gran error de Françoise, como el de Dora, fue
renunciar a la pintura y vivir únicamente por y para Picasso.
Pero ya a principios de los años 50,
aquella joven empieza a superar el deslumbramiento que había sentido por el
genio y a sentirse a disgusto a su lado.
En la vida de Picasso por otro
lado, acaba de aparecer en su vida, cuando no le falta mucho al pintor para
cumplir setenta años, otro nuevo y extraño amor, no buscado sino también
encontrado.
Sería una relación clandestina, intermitente y misteriosa, más
duradera que otras muchas del mismo género, ya que se alargó durante casi diez
años.
Quizás no se conocería hoy, si su protagonista, ‘La chica de los
miércoles’, no la hubiese contado en un libro.
Era Genevieve Laporte. La
agitación, la fama, el desdén del artista, acabaron por desesperar a Françoise.
Según confesó con humor e ironía, no podía pasar el resto de su vida al lado de
un monumento histórico.
Antes de que regresaran a París, en 1953, ella buscó a
unos amigos y le dijo a Picasso que se marcharía para siempre de su lado.
El,
furioso y herido en su orgullo, la echó inmediatamente. Picasso, sólo en su estudio, se puso a
dibujar a Genevieve Laporte para conjurar su miedo y su soledad.
Genevieve Laporte, de 1944 a 1953
“Soy Genevieve Laporte. Entregué a Pablo Picasso cuatro años de mi vida. Fui su amor secreto”.
Genevieve Laporte cuando tenía 16 años había ido a verlo a su estudio en París para hacerle una entrevista para el periódico del colegio.
Picasso tenía 63 años. Picasso le pide que vuelva y así comenzaron las visitas secretas que durarían años y serían un motivo para que el artista pintase algunos cuadros de gran sensualidad.
Picasso la llamó la "muchacha de los miércoles" pues era cuando él la esperaba.
Picasso siguió viendo a Genevieve Laporte aún después del abandono de Françoise Gilot. La joven le daba juventud. La necesitaba. Se llevaban más de 40 años de diferencia.
Picasso quería que ella se mudara con él después de que Gilot lo abandonara pero ella se rehusó tras ser advertida de que todo lo que Pablo amaba, lo mataba.
Genevieve se casó posteriormente con un Parisino. Llegó a ser muy famosa quizás por la subasta de veinte piezas de Picassos creó con lapicero, carboncillo o al bolígrafo en el verano de 1951, en Saint Tropez, explicó la propietaria de los dibujos. que ella considera cartas de amor y que él le habían obsequiado donde ella era la modelo.
La pieza mayor de la venta quizá sea «Odalisca»: Geneviève desnuda, sobre un lecho, contemplada a un metro de distancia por Picasso, que dibuja su rostro con los ojos velados, indefensa.
La relación de Picasso con Genevieve se truncó finalmente por un grave malentendido entre los dos.
Luego de ella, Picasso siguió con su vida y se desplazaba en un carro con su hijo Pablo como su chofer y poco
antes de llegar a Vallauris, pararon a desayunar en una pastelería donde reconoció a los tíos de una niña que él había conocido casi veinte
años atrás.
Era Jacqueline Rocque. Ahora era una mujer que tenía casi 30 años, era divorciada
y con una hija.
Esta sería su próximo amor, su segunda y última mujer en su vida que lo acompañó hasta que Picasso murió. Pasaría a la historia como la última pieza de colección de Picasso y sus mujeres.
Jacqueline Rocque, de 1955 a 1973
"Soy Jacqueline Rocque. Viví junto a Picasso 18 años.
El murió en mis brazos. Me llamaron enfermera, esclava y carcelera. Fui su
mujer”.
Picasso
dijo una vez que no se ama a Venus, sino a una mujer. También dijo en sus
últimos años, incluso después de haber pintado la prodigiosa serie ‘El pintor y
su modelo’, que no se había enamorado nunca.
Sin embargo, una vez más se dejó
vencer por otra mujer joven. Jacqueline tenía entonces 27 años. La separaban de
él, 47. Casi medio siglo.
Siempre acicalada, rigurosa, abnegada y ciertamente
estaba dispuesta a convertirse en la secretaria, mensajera, enfermera, amante,
ama de llaves e incluso esclava y carcelera del pintor.
Jacqueline enjabonaba
el cuerpo de Pablo a la hora del baño, le contemplaba durante su trabajo aunque
cayera la madrugada y ella se durmiera en la silla. Al igual que las anteriores
mujeres hizo de modelo una y otra vez.
Se casarían más tarde, en marzo de 1961, seis años después de la muerte de Olga
Koklova, la primera esposa legal del pintor que nunca le dio el divorcio y
cuando él cumple los 80.
Para entonces habían vivido juntos siete años.
Al morir Picasso, Jacqueline se sume en el alcohol. Muere el 15 de octubre de 1986 en
Mougins, en Notre Dame da Vie, la casa de la Costa Azul en la que había vivido
los últimos años, con y sin Picasso.
Después
de superar los problemas de la herencia y todo lo que le hicieron sufrir los
herederos del pintor, fundamentalmente por el comportamiento de ella en el
entierro de Picasso, prohibiéndoles la asistencia, se quedó tranquila, pero le
faltaba un hombre y ese hombre existía.
Se llamaba Frederic Rosiff, el cineasta
autor de ‘Morir en Madrid’ y del largometraje documental ‘Pablo Picasso,
pintor’, gran amigo de Picasso y por su calvicie muy parecido al pintor.
Pero
Rosiff no le hizo caso y se fue con otra mujer y Jacqueline eso ya no lo pudo
suportar y se suicidó.
Y Sylvette? recuerdan la chica de la que Picasso se enamoró y nunca fue correspondido? El la llamó la chica de la cola de caballo.
De no ser así, Sylvette estaría dentro de esta historia de Picasso y sus mujeres.
Espero les guste y compartan con sus amigos y familiares.
Nos vemos pronto. Cynthia R.